Hola a Todos !
Llegamos a Marrakesh luego de un vuelo de dos horas desde Madrid. Nos refrescamos en la piscina del hotel, a sólo 6 cuadras del zoco: mercado ecléctico repleto de joyas, artesanías y cocina del lugar. Corremos hacia Jemma el-Fna, la plaza central, donde comienza el regateo obligado: todo un arte. Nos dejamos envolver por la atmósfera hipnótica de los encantadores de serpientes y contadores de cuentos. Las bailarinas menean sus caderas de monedas y velos. Seguimos descifrando los apretados pasillos del zoco y finalmente nos desprendemos del remolino de gente para convertirnos en
espectadores de la escena desde el privilegio de una terraza. Los locales se agolpan alrededor de los puestos de frutas, jugos frescos y comidas típicas. Sigue el efecto hipnótico, pero es noche ya y es hora de regresar al hotel.
Al día siguiente partimos para las playas de Essaouira, 150 km al este de Marrakesh. A lo largo del camino se repite la misma escena: una mujer junto a su telar dándonos la bienvenida a su casa de alfombras mágicas y un refrescante té de menta. Llegamos a Essaouira, ciudad marítima amurallada de la época de los fenicios. Cueva de piratas durante siglos, finalmente invadida por los portugueses. En el puerto, las mujeres disfrutan de un baño de mar cubiertas de pies a cabeza. Nos dirigimos al antiguo mercado y nos
confundimos entre los musulmanes, sus compras, sus bebidas y su alboroto. El viaje hacia las dunas conviene contratarlo desde España con alguna empresa especializada en turismo de Marruecos para evitar percances que te fastidien las vacaciones. Ellos se encargarán de trazar la ruta, alquilar el coche, reservar alojamientos y guiarte a través de los 500 kilómetros que separan Marrakech del Erg Chebbi. Nosotros hemos elegido a Hassan, un simpático bereber, tiene una web donde podeis ver un poco mas de información:
( http://www.marrakechviaeldesierto.c.l a )él que vino a buscarnos en el hotel para seguir rumbo al Este; Emergen las kasbas, barrios antiguos de casitas de barro, comunicadas entre sí, que se ensanchan y se desplazan a medida que la familia crece. Hacemos una parada en Ait Bennhaddou, y nos lanzamos a la carrera a visitar una espectacular kasba, escenario de largometrajes como Lawrence de Arabia, Gladiador y La Momia. Trepamos hasta la cumbre de la colina. Cae el sol en el desierto. El viento caliente nos seca la transpiración. Decidimos dormir en la terraza. Una última mirada a la kasba y partimos hacia los valles del Dades y del Todra, rodeados por imponentes paredones de 400 metros, ideales para escalar. Hassan nos presenta a su gran amigo Moha, quien amablemente nos pasea por el valle y el palmeral del Todra y luego lo alcancemos hasta su casa, a 3 km de allí. Nos quitamos los zapatos y entramos a su casa de barro forrada de tapices. Disfrutamos nuevamente de un té de menta sentados sobre mullidos almohadones. En el otro extremo, su prima está hilando. Antes de partir, compramos una alfombra más y en agradecimiento Moha nos honra con su turbante tuareg azul, el de los hombres azules del desierto que buscan el índigo. Continuamos nuestro camino hacia Merzouga. Pasamos por Erfoud y
Rissani, y comenzamos a internarnos en el desierto. Un hilo de asfalto cruza la estepa de piedras. Más allá la nada y más allá, tras 10 km de planicie, emergen las dunas gigantes . Al día siguiente , Hassan, está listo para llevarnos a recorrer el desierto. Visitamos un pueblo de ex esclavos traídos de Malí. Bailamos con la gente del lugar al ritmo de su música. Un chiquito de apenas 5 años se acerca para regalarnos un collar de mostacillas. Ahora sí: el desierto. Los nómadas deambulan buscando pastos para sus rebaños. Uno de ellos nos convida un pedazo de pan y té de menta, mientras nos desperezamos sobre el piso de la jaiva (carpa nómada). Nos montamos en camello en dirección a las dunas. Es casi medianoche. Nos cubren las estrellas y el silencio del desierto. A las 5 de la mañana, las dunas se han teñido de naranja. Creemos distinguir la sombra de dos pequeñas, que cargan sus artesanías. Sonríen y se alejan. Las vemos evaporarse en las arenas del desierto, donde se agolpan las imágenes o su recuerdo: Marrakesh, Essaouira, Ait Bennhaddou, Merzouga, Fez, Casablanca, la enorme mezquita de Hassan II con su minarete de 180 metros, el bar de Ricks. "Tócala otra vez para mí, Mari." Tócala, mientras la tribu salpica en caravana furiosa las arenas del desierto.
Bueno este ha sido nuestro viaje por Marruecos, espero que os sirva de ayuda.
Un saludo!